El Oruro Foot Ball Club fue fundado en 1896, después de comenzar a practicarse unos cinco años antes, cuando la compañía inglesa The Bolivian Railway Limited empezó a tender los rieles del ferrocarril Oruro-Uyuni, según relatan Eddy Paravicini y Carlos Borja en el libro que, sobre este club, publicaron como un aporte a la recuperación de la memoria colectiva.
Importación británica
Los ingleses trajeron, junto con el ferrocarril, este nuevo deporte que se practicaba en las horas de descanso a unos 4.000 metros de altura, tras una jornada de trabajo en el tendido de los rieles.
La atracción por este deporte, que admite sólo el juego con los pies y disputa un balón, era muy fuerte entre los obreros indígenas, que aspiraban a recibir de los ingleses las camisetas y pantalones tres cuartos para la práctica.
Los indígenas "son los mejores discípulos para manejar con las extremidades inferiores el balón de cuero, extraño esférico que recibe puntapiés por doquier, hasta que se produce el delirio de los espectadores cuando se lo introduce a uno de los dos arcos".
El entusiasmo de los ingleses —que organizaron equipos, repartieron uniformes y ellos mismos, vestidos con casacas rojo, blanco y azul, disputaban partidos en varias zonas entre Oruro y Uyuni, primero, y en otros lugares después— hicieron que el fútbol despertase una enorme curiosidad y bastante polémica entre los ciudadanos de ese tiempo.
Un partido de exhibición, en un campo cercano al cementerio general de Oruro, ahonda la polémica. "Después de la demostración, el escepticismo persiste, ya que los asistentes piensan que será imposible dominar un balón con las piernas sin sufrir algunas lesiones graves", cuentan Paravicini y Borja.
Por supuesto que el fútbol atrae principalmente a los jóvenes y, ante esta situación, las madres piden a los sacerdotes que, desde los púlpitos, reflexionen a la ciudadanía y, como consecuencia, la gente escucha cada domingo un sermón antifútbol que aviva más el deseo y la tentación de darle de patadas al esférico de cuero. De este modo, con improvisadas pelotas de trapo los jóvenes orureños ocupan las calles para intentar el juego pese a las advertencias de madres, médicos y sacerdotes.
La fundación
Los ingleses habían animado a los futbolistas locales a formar un club, pero no hubo el ánimo suficiente. En la ciudad de Oruro, un grupo de jóvenes optan por consolidar su organización. "El 22 de mayo —dicen los autores— en el domicilio de don Enrique Bohrt se da por concluída la cadena de consultas e intercambio de opiniones previas a la fundación y se prepara la documentación que enseñará nueva luz a generaciones de jóvenes deportistas".
Cuatro días más tarde, esta vez en casa de don Leoncio Suaznábar, los jóvenes suscriben un acta de fundación en la que dejan constancia de su voluntad de "formar una sociedad denominada Oruro Foot Ball Club, que tiene por objeto buscar una distracción útil y provechosa para la juventud e instalar más tarde un gimnasio". Los socios acuerdan una cuota de entrada de cinco pesos y una mensual de un peso. El directorio está integrado por Ricardo Ramos, como presidente; Ulises Ramos, como vicepresidente; Leoncio Suaznábar, tesorero; Enrique Bohrt, secretario; Jorge Arce, Máximo Montecinos y Darío Aramayo, como vocales.
El partido para celebrar el primer aniversario de la fundación del club se cumplió en la plaza 10 de Febrero, tras el cual se dio un significativo aumento en el registro de socios del club.
Un numeroso grupo de ciudadanos, munidos de sillas, sillones y bancas, observaron el partido y, por primera vez, a dos grupos de 11 jóvenes —entre éstos varios ingleses—, con camisetas deportivas y pantalones cortos, y a un juez vestido de íntegramente de blanco (pantalones largos, zapatillas blancas, camisa de manga larga y gorra) encargado de regular las acciones y evitar acciones fuertes.
Ese fue el principio. El año 1907, el club que empezó a dar triunfos al fútbol orureño, se reorganizó como Oruro Royal Club que no solamente abarcó el balompié, sino que los socios "además de cuidar con esmero su refinamiento espiritual", impulsaron otras prácticas deportivas como el golf y el tenis, ciclismo, motociclismo, pelota al canasto (básquetbol), pelota de mano (k'ajcha), atletismo y boxeo, además del fútbol femenino a comienzos del siglo XX.
Su disciplina y el amor a la camiseta fueron las características del Club Oruro Royal, cuyos jugadores compraban su uniforme y se ideaban "escudos" para proteger su integridad física como las canilleras, las rodilleras y otros protectores.
El historial de este club, que tiene una larga lista de triunfos tras sembrar la semilla del fútbol en el resto del país, trasciende fronteras cuando, sobre la base del equipo del Oruro Royal, se forma una selección para participar, en 1930, en la primera Copa del Mundo que se celebró en Uruguay. Detrás del Oruro Royal está una larga lista de jóvenes generosos que dieron de sí y aportaron económicamente para llevar adelante un club que, con parte de su patrimonio enajenado por la ambición, guarda todavía la vieja cancha de grandes glorias para levantar un estadio como homenaje al deporte en Oruro.
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